miércoles, 14 de diciembre de 2016

2.2.3 ORGANICISMO


            Teoría que sostiene que la sociedad es un organismo vivo, con entidad y existencia propias, que obedece a leyes especiales y que, en su conjunto, difiere de los individuos que la componen.
            El organicismo, denominado también bio-organicismo, se contrapone al <mecanicismo dentro de la sociología.
            La tesis central de esta escuela sociológica es que la sociedad humana es una forma elevada de organización biológica, que resulta de un proceso ascendente de integración en el cual las células forman los tejidos, éstos constituyen los órganos, que a su vez integran las personas, cuyo conjunto forma la sociedad.
            Por consiguiente, las leyes de la biología se aplican por igual a las células, a los agregados de células, a las plantas, a los animales, a las personas y a los agregados de personas que son las sociedades.
            Para la teoría bio-organicista los individuos que componen el cuerpo social son como las células de un organismo, que cumplen funciones distintas pero que están ordenadas en función de la vida del todo.
            El filósofo francés Augusto Comte (1798-1857) y el sociólogo inglés Herbert Spencer (1820-1903) son los principales exponentes de esta teoría, que considera a la sociedad como un ser viviente y le atribuye ciertas analogías con los organismos biológicos.
            Las características comunes a todas las concepciones bio-organicistas son, en primer lugar, la consideración de la sociedad como una clase especial de organismo en el sentido biológico de la palabra; y luego, la sumisión de ella a las mismas leyes biológicas bajo las cuales viven y se desenvuelven los organismos vivos.
            Sin embargo, hay quienes exageran hasta el absurdo la interpretación organicista de la sociedad. Llegan a atribuirle órganos y peculiaridades propios de los cuerpos vivos y a descubrir identidades disparatadas, como las de suponer que las cajas de ahorro del Estado son su sistema vascular o que las redes de energía eléctrica son su sistema nervioso.
            El sociólogo alemán Albert Schaeffle (1831-1903) pretendió encontrar en la sociedad todos los órganos de los entes biológicos y habló de “segmentos sociales”, “ganglios sociales” y otras cosas igualmente absurdas que a la postre desacreditaron a la teoría orgánica de la sociedad.
            Por este camino siguieron algunos sociólogos, como Paul de Lilienfeld (1829-1903), Jacques Novicow (1849-1912), René Worms (1869-1926) y otros, quienes llegaron a la exagerada afirmación de que la sociedad es un organismo viviente, poseedor de los mismos atributos que los seres biológicos.
            La teoría organicista es aceptable dentro de ciertos límites. Los necesarios para establecer que, en realidad, existen analogías mas no identidades ent re la sociedad y los organismos biológicos. Que esas analogías permiten impugnar la concepción mecanicista o atomista de la sociedad.
            Si se rebasan esos límites no sólo que se llega a conclusiones poco menos que absurdas sino que fatalmente se desemboca en la concepción totalitaria del Estado, que considera a las personas como simples células del organismo social, ordenadas en función de sus propósitos de grandeza.
            Tres son, en mi concepto, las analogías que pueden establecerse entre la sociedad y los organismos biológicos: 1) que la sociedad es un cuerpo diferente de los individuos que la componen, de modo que la descripción de cada uno de ellos no supone la descripción de la sociedad; 2) que ella entraña cierto grado de ordenación funcional de las partes con respecto al todo; y 3) que la realidad individual y la realidad social se rigen por leyes diferentes

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